viernes, 12 de febrero de 2010

Al norte de mí (Nacho Vegas)




De madrugada salgo a navegar, cuando el mar
aún conserva la calma. Mi mente está
en blanco y mi cuerpo es tan blando que
podría hundirme en él. Me preguntas
¿esto es de verdad, o es un engaño
más de los que ha urdido el demonio
contigo? Yo digo ¿qué coño
sé? Rema y después veré como
parecer alguien bueno.

Y la fiesta se acaba ahora que ella empezaba a
sentir que aquel juego era un plan. Le digo ven,
sígueme, ella asiente y sé que todo
recomenzará esta noche y mañana dios
ya dirá lo que hacer (entre tanto, remar),
y si vais a buscarme hacedlo allí: en
cierto lugar, a mil millas o más, al norte
de mí.

La que bien me conoce me cita a las doce y la
noche se esfuma en reproches. Los trapos
más sucios, la ropa más vieja y que
cierre la puerta al salir. Luego empieza a
gritarme que podría tirarme a cualquier
cosa que se mueva, y yo, como siempre, opto por
encogerme y tender así a desaparecer.

Y la fiesta se acaba ahora que ella empezaba a
sentir que aquel juego era un plan. Le digo ven,
sígueme, ella asiente y sé que todo
recomenzará esta noche y mañana dios
ya dirá lo que hacer (entre tanto, remar),
y si vais a buscarme hacedlo allí: en
cierto lugar, a mil millas o más, al norte
de mí.

Y la fiesta se acaba ahora que yo empezaba a
sentir que aquel juego era cruel, y yo qué
le voy a hacer si ella acudió a mis pies
como la perra más fiel, así que
sólo tenéis que encontrar un bar
frente al mar y una vez allí preguntadle al
viejo borracho y él os dirá: buscad
a mil millas, o tal vez más, al norte de
Nacho.